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martes, 21 de noviembre de 2017

Las 20 películas que han marcado el cine español



Repasamos 20 películas españolas magistrales, algunas de las más representativas de las últimas seis décadas, que nos muestran los profundos cambios sociales de nuestro país, y lo hacemos con motivo del nuevo programa de Ana Pastor¿Dónde estabas entonces?, todos los jueves en laSexta.


Películas del cine español
Películas del cine español | seestrena.com
El cine, como máxima representación artística, y en especial el español, ha sabido reflejar desde siempre, sobre todo en las últimas décadas, los profundos cambios que ha sufrido nuestra sociedad. Las grandes películas de cada década son fotografías, instantáneas, reflejos en un espejo de cómo éramos, cómo somos... y cómo hemos cambiado. Hemos elegido 20 de las más representativas.
LOS 60: DE LA POSGUERRA AL DESARROLLISMO
'El cochecito' (Marco Ferreri, 1960)



Don Anselmo, un anciano ya retirado, decide comprarse un cochecito de inválido motorizado ya que todos sus amigos pensionistas poseen uno. La familia se niega ante el capricho del anciano, pero él decide vender todas las posesiones de valor para comprárselo...
Junto con 'El pisito', 'El cochecito' mostraba otro de los anhelos de la sociedad española que ansiaba entrar en el desarrollismo. El llamado "milagro español", las gran recuperación española tras la dura posguerra de los años 40 y 50, empezó a ser latente cuando los españoles aún no aspiraban a veranear en Benidorm, sino que el dúo "casa + coche" era lo básico para una vida moderna y tranquila. El coche daba independencia y bienestar. El coche, el que fuera. El estar motirzado y abandonar los vehículos de tracción animal que, quizá ya no en las grandes capitales, pero que sí formaban parte aún de la mayoría de los paisajes más rurales.
'Atraco a las tres' (José María Forqué, 1962)
Galindo, un infeliz soñador, trabaja como cajero en una sucursal bancaria. Cierto día, reúne a un grupo de compañeros y les expone un minucioso plan para atracar la sucursal donde trabajan. La reacción inicial es de rechazo, pero poco a poco Galindo los va convenciendo de la viabilidad del proyecto.
El cine francés, cuya influencia en el español es bastante evidente, sobre todo en los 60, gustaba mucho de ofrecer atracos en la gran pantalla perpetrados por no profesionales del gremio. Un género tan español como el de la picaresca no podía quedarse atrás en el cine y entró por la puerta grande con esta grandísima comedia donde nos sabemos reír, muy español también, de nuestras propias miserias. El famoso "timo de la estampita" es tan español como la siesta y la paella, y las chapuzas a la hora de atracar sucursales bancarias tienen aquí su mayor y mejor exponente.
'El extraño viaje' (Fernando Fernán Gómez, 1964)
En un pequeño pueblo de provincias, cercano a la capital, vive una familia compuesta por tres hermanos: la dominante y severa Ignacia y los tímidos y retraídos Paquita y Venancio. La monotonía de la vida del pueblo sólo se rompe los sábados cuando llega un conjunto musical de Madrid para amenizar con sus canciones el fin de semana. Un sábado de tormenta, Paquita y Venancio, que son muy miedosos, oyen ruidos y van buscando protección a la habitación de su hermana. Allí ven a alguien, pero Ignacia lo niega rotundamente.
Fernán Gómez y su obsesión por la ruptura que produce en las regiones más agrestes la llegada de "cómicos" (de cualquier índole) que vienen a traer la magia de las grandes capitales. En estas localidades pequeñas y tan mal comunicadas, la llegada de "extranjeros" casi era un acontecimiento propio de los westerns, donde la excitación inicial enseguida daba paso a la profunda desconfianza en una España aún recogida de ventanas para adentro.
'La residencia' (Narciso Ibáñez Serrador, 1969)



La señora Fourneur es la directora de una residencia para señoritas. Sus estrictos métodos no son del agrado de las alumnas; de hecho, tres se han fugado recientemente, sin que se haya vuelto a saber de ellas. Cuando Teresa llega al internado, pronto se entera de cuáles son las normas y del control que sobre las chicas ejerce Irene, una despiadada jovencita que se ha convertido en la predilecta de la directora. En el edificio también vive Luis, el hijo de la directora, quien se ve en secreto con una de las chicas, huyendo de la sobreprotección de su madre. Además, Luis suele espiar a las alumnas, pese a las reprimendas de su madre.
La gran película de terror del cine español encierra muchos secretos todavía. Con durísimos problemas de censura que el maestro Chicho logró ir solvenando, 'La residencia' retrata la guerra entre la España de antes que quería olvidar y la nueva a la que ya quiere acceder. Las figuras adultas son la España reprimida y acomplejada donde todo lo moderno es malo, y las jóvenes estudiantes son el futuro, la ilusión, las ganas de salir y probar todo... y a todos (con castigos y moralejas muy severos, muy duros). Una maravilla que ideológicamente es fiel reflejo de una dñecada, los 60, que ya acababa.
LOS 70: ABANDONANDO LAS TRADICIONES MÁS ARRAIGADAS
'El espíritu de la colmena' (Víctor Erice, 1973)
En un pequeño pueblo de Castilla, en plena postguerra a mediados de los años cuarenta, Isabel y Ana, dos hermanas de ocho y seis años respectivamente, ven un domingo la película "El Doctor Frankenstein". A la pequeña la visión del film le causa tal impresión que no deja de hacer preguntas a su hermana mayor, que le asegura que el monstruo está vivo y se oculta cerca del pueblo.
Como en la película de Fernán Gómez que ya hemos visto, Erice nos regala aquí quizá una de las películas que mejor han sabido captar la inocencia de la infancia. La llegada de la magia a un pueblo, esta vez en forma de cine, pone patas arriba el nuevo mundo de la niña Ana Torrent con los ojos más expresivos de nuestra filmografía. Es sintomático que la película que se proyecta es un clásico del blanco y negro que de moderno, para los 70, tiene muy poco. Pero por eso Erice elige esto. Porque cualquier cosa (y no es que el clásico de James Whale sea "cualquier cosa") hacía salir de la rutina más gris a un pueblo que adquiere de repente una paleta miel de atardecer, en esa brillante fotografía de Luis Cuadrado que tan bien nos quiere decir que todos esos personajes, incluído el propio y amargado que interpreta Fernando, están presos en una auténtica colmena de la que luchan por salir.
'La escopeta nacional' (Luis García Berlanga, 1977)



Un fabricante catalán de porteros electrónicos viaja a Madrid, acompañado de su amante, para asistir a una cacería que él mismo ha organizado. Lo que pretende es relacionarse con gente de la alta sociedad española para promocionar su negocio. En la finca del marqués de Leguineche conoce a diversos personajes y vive multitud de situaciones tan absurdas como disparatadas.
Primera de la trilogía 'Nacional' de Berlanga. El maestro no deja títere con la cabeza. La Transición empezaba, pero no iba a ser tan fluída como se esperaba. La nobleza no iba a querer perder sus enormes privilegios muerto el Generalísimo. Y Berlanga hace sangre con los que se agarran a una silla con la intención de que no les mueva de ahí ni Dios... bueno, Dios sí (Berlanga tira hasta contra la Iglesia). Una obra mastra, una lección de planos secuencia magistrales donde cada actor está en su sitio, y unos diálogos llenos de frases míticos que reflejan una parte de la sociedad española profundamente asustada ante el enorme cambio que se les venía encima (con o sin Dios pillándoles confesados).
'Asignatura pendiente' (José Luis Garci, 1977)
José y Elena, que habían sido novios de jóvenes, se encuentran años después y vuelven a enamorarse, pero ahora los dos están casados. Su clandestina historia de amor está determinada además por las circunstancias del momento que les ha tocado vivir: los últimos años del régimen franquista y los comienzos de la Transición.
La mejor película de Garci. Quizá su película más personal, muy parecida a 'Solos en la madrugada'. El qué y el por qué el propio director lo explica en la amplia dedicatoria del final, que hay que leer con los ojos bien abiertos, pues es como los títulos de crédito de inicio de 'Balada triste de trompeta': nuestra España a través de nuestros recuerdos de nuestra infancia. Ahora que la nostalgia vuelve a estar tan de moda, si es que alguna vez no lo ha estado, 'Asignatura pendiente' cuenta, como decía Manrique, que "a nuestro parecer cualquier pasado fue mejor".
LOS 80: LA DÉCADA MIXTA, LA DÉCADA LOCA
'El crack' (José Luis Garci, 1981)
Areta, un antiguo policía que trabaja como detective, recibe el encargo de encontrar a la hija de un empresario de Ponferrada. Gracias al novio, averigua que la chica estaba embarazada y huyó de casa. A partir de ese momento, empieza a sufrir todo tipo de presiones para que abandone el caso, pero Areta seguirá investigando hasta el final.
Ahora que se rumorea la tercera entrega de la saga a modo de precuela con Víctor Clavijo sustituyendo al desaparecido ALfredo Landa no está de más recordar este thriller en el que se ve, y mucho, Madrid. Porque desde los 60 hasta hoy no sólo hemos cambiado de parecer y de pensar. Las ciudades han cambiado. Y en esos 20 años muchísimo. Garci ama la Gran Vía, los cines, las marquesinas. Y es un gozo ver los lugares por los que pasas constantemente en el cine, cómo era exactamente esa esquina, qué película se proyectaba en el Capitol, cómo eran los taxis de negros todavía... en el marco oscuro y sombrío de una ciudad que entraba poco a poco en lo que sería 'La Movida' viviendo una de las revoluciones culturales y estéticas más importantes de Europa del momento.
'Los santos inocentes' (Mario Camus, 1984)



España franquista. Durante la década de los sesenta, una familia de campesinos vive miserablemente en un cortijo extremeño bajo la férula del terrateniente. Su vida es renuncia, sacrificio y y obediencia. Su destino está marcado, a no ser que algún acontecimiento imprevisto les permita romper sus cadenas. Adaptación de la novela homónima de Miguel Delibes.
Hemos querido incluír la mejor película de Mario Camus cuando España era ya plenamente consciente de lo lejos que quedaban los años 60, aunque cerca en el tiempo. Es un "mira cómo estábamos hasta hace muy poco". Porque si hoy en 2017 nos miramos en 1997 no somos tan distintos, pero de 1984 a 1964 el salto es brutal, y ha transcurrido lo mismo: 20 años. Golpe de tejero superado, un partido progresista gobernando: 1984 era el año, pese a las advertencias de Orwell, para rodar una película así que, pese al dramatismo de la esclavitud que retrata, nos da un poderoso mensaje optimisma y una advertencia de que no vuelva a suceder.
'Mujeres al borde de un ataque de nervios' (Pedro Almodóvar, 1988)



Pepa e Iván son actores de doblaje. Él es un mujeriego empedernido y, después de una larga relación, rompe con Pepa: le deja un mensaje en el contestador pidiéndole que le prepare una maleta con sus cosas. Pepa, que no soporta vivir en una casa llena de recuerdos, decide alquilarla. Mientras espera que Iván vaya a recoger la maleta, la casa se le va llenando de gente extravagante de la que aprenderá muchas cosas sobre la soledad y la locura.
Cerramos esta década con esta estravagancia, este festival de luz, cachondeo, jarana y color que hizo de Almodóvar un referente mundial y un maravilloso embajador de nuestro cine, y de nuestro país, en el mundo entero. Nominada al Oscar a la Mejor Película de Habla no Inglesa, 'Mujeres...' ofrece lo mejor de los 80: superada la primera mitad de la década quinqui y delincuente, el Madrid que ama y en el que habita Almodóvar es tolerante y abierto, casi como la España en la que quiere vivir. Donde pasan cosas, sí, algunas terribles, pero nada que nuestro humor y nuestras ganas de solucionarlas no puedan remediar.
LOS 90: LOS GRANDES CAMBIOS ESTÉTICOS DEL FIN DE SIGLO
'Jamón, jamón' (Bigas Luna, 1992)



José Luis es el hijo de un acaudalado matrimonio que posee una fábrica de ropa interior masculina, en la que trabaja su novia Silvia. Cuando ella se queda embarazada, él promete casarse con ella a pesar de la oposición de sus padres. Con el fin de frustrar esa boda no deseada, la madre decide contratar a un joven aspirante a torero para que seduzca a la joven.
El extrarradio, las gasolineras de carretera, los bares de las carreteras comarcales... el campo. Nada que ver con 'Los santos inocentes'. El campo que le gusta a Bigas Luna es el que huele a jamón y a tortilla de patata. La España que le gusta a Bigas Luna está llena de olores y de tópicos. Es la España que no cambia, o la que tiene difícil cambiar porque muchas películas de Bigas transcurren donde nunca pasa nada. Es la España de 'El jueves', de los comics de 'Ranciofacts'. Bigas mira en ésta, y en muchas de sus películas, con cierta pena burlona los comportamientos machistas dominantes que no acaban de cambiar pero que demuestran en el fondo una supremacía de la mujer que se merienda, con o sin jamón, a este machismo ibérico al que le da igual vivir en 1992 que en 1976.
'El día de la bestia' (1995)
Un sacerdote cree haber descifrado el mensaje secreto del Apocalipsis según San Juan: el Anticristo nacerá el 25 de diciembre de 1995 en Madrid. Para impedir el nacimiento del hijo de Satanás, el cura se alía con José María, un joven aficionado al death metal. Ambos intentan averiguar en qué parte de Madrid tendrá lugar el apocalíptico acontecimiento. Con la ayuda del profesor Cavan, presentador de un programa de televisión de carácter esotérico y sobrenatural, el cura y José Mari invocan al diablo en una extraña ceremonia.
La película que catapultó a Álex de la Iglesia (la segunda mitad de los 90 supusieron un verdadero boom para nuevos directores españoles) retrata de manera cómica (de 'comic') el lado más oscuro de Madrid y de la Navidad. Cortylandia da miedo. Los señores que se disfrazan de Reyes Magos para hacerse fotos con los niños en Callao dan miedo. Todo da miedo. Hasta la tele da miedo. Las privadas todavía no tenían muy claro qué querían ser, o sí lo sabían pero aún no estábamos preparados para entenderlo o asimilarlo. De la Iglesia, como Berlanga en su día, tira también con bala, con muchas balas, aún no con 800, sobre el mundo de cartón piedra cutre, muy cutre, que se ve a través de las pantallas. No sólo de los falsos médiums (¿acaso es necesario decir 'falsos'?) sino de los especiales de Nochevieja en una España que tenía muchas ganas de juerga, pero que no acababa de encontrarle el punto aún a esta década cuyos cambios hoy vemos como evidentes por la revelación tecnológica que supusieron (el móvil e internet son sus dos máximos EXPOnentes, mayúsculas intencionadas) pero que en ese momento no sabíamos qué vendría para quedarse.
'Tesis' (Alejandro Amenábar, 1996)
Ángela, estudiante de Imagen, está preparando una tesis sobre la violencia audiovisual. Como complemento a su trabajo, su director de tesis se compromete a buscar en la videoteca de la facultad material para ella, pero al día siguiente es hallado muerto. Ángela conoce a Chema, un compañero experto en cine gore y pornográfico, y a Bosco, un extraño chico, amigo íntimo de una joven asesinada en una snuff movie.
Otro gran debut, el de Amenábar. Este thriller ejemplar es fiel reflejo de los estudiantes universitarios en esa época. Si eras estudiante universitario en esa época, yo cursaba Primero de Comunicación Audiovisual, ésta era "tú película". Todo era real. Todo. La forma de vestir, de hablar, tus inquietudes. La diferencia entre los "pijos" y los "frikis". Amenábar retrató magistralmente, como Mañas y sus 'Historias del Kronen', la película de Armendáriz, a los adultos de hoy. El terror no sólo venía de esos sótanos y esos pasillos donde te podían estrangular para hacer una película, sino del fin de una era, el inicio de las verdaderas responsabilidades en un país donde, si no tenías una carrera universitaria, se te amenazaba constantemente con quedarte fuera de juego.
'El milagro de P. Tinto' (Javier Fesser, 1998)



En su más tierna infancia, el niño P. Tinto tiene una revelación: su propósito en la vida debe ser la procreación de una abundante descendencia. Sueña con un montón de hijos que crezcan a su alrededor sanos y fuertes. Quince años después, P. Tinto y Olivia, una mujer ciega y tacaña, forman un hogar en un aislado valle por el que sólo pasa, cada veinticinco años, el Expreso Pendular del Norte. Los P. Tinto desean tener hijos, pero pasan los años y no llegan. Cincuenta años después, dos marcianitos, a los que se les ha averiado el ovni, llegan al lugar, y los P. Tinto piensan que se trata de sus hijos. Los marcianitos deciden quedarse en la casa donde tienen la comida y el techo asegurado. Al mismo tiempo, aparece por allí Usillos, un chapuzas a domicilio que, con la excusa de arreglar unas baldosas, empieza a causar estropicios y, además, se obsesiona con la idea de cazar marcianos.
La España de Fesser es la España de Fesser. No hay otra igual, no tiene parangón. Es la España de los comics de Ibáñez y Escobar. Con un universo y un imaginario visualmente verdaderamente poderoso e hipnítico, da igual de qué traten las películas de Fesser. Es la nostalgia amable, la nostalgia tranquila, la nostalgia que encumbra los más pequeños detalles de la infancia y la adolescencia al olimpo de los recuerdos. Donde ser niño era un descubrimiento constante. Si a la Ana Torrent de 'El espíritu de la colmena', que mira alucinada al Frankenstein de blanco y negro de la pequeña pantalla de cine dese pueblo, le proyectara Fesser cómo recuerda su infancia más española, llena de nuestras costumbres más coloristas, se le fundiría el cerebro.
'Todo sobre mi madre' (Pedro Almodóvar, 1999)



Madrid. Manuela, una madre soltera, ve morir a su hijo el día en que cumple 17 años, por echarse a correr para conseguir el autógrafo de Huma Rojo, su actriz favorita. Destrozada, Manuela viaja entonces a Barcelona en busca del padre del chico.
El cine dentro del cine. El cine español dentro del cine español en, ahora sí, primer Óscar a la Mejor Película de Habla No Inglesa para Pedro Almodóvar. Repetiría con el de Mejor Guión Original por 'Hable con ella'. El título es un homenaje a 'Todo sobre Eva' / 'Eva al desnudo' / 'All about Eve'. A ese cine que los españoles, todavía a finales de los 90, descubrían en los maravillosos ciclos que programa La 2 de TVE de madrugada. Almodóvar ya no es tan optimista. Este Madrid sigue siendo lumimoso y colorido, sigue teniendo predominancia de colores rojos en su gama cromática, pero la música amarga, melancólica, triste de Alberto Iglesias se convierte en la gran aliada del manchego ante un cambio de siglo en el que no nos esperan cosas muy buenas precisamente: atentados islamistas y crisis económica.
LOS 2000: EL NUEVO PESIMISMO
'El bola' (Achero Mañas, 2000)
El Bola es un chaval de 12 años que vive en una atmósfera violenta y sórdida. Su situación familiar, que oculta avergonzado, le incapacita para relacionarse y comunicarse con otros chicos. La llegada de un nuevo compañero al colegio le brinda la oportunidad de descubrir la amistad y una realidad familiar completamente distinta. Todo ello le dará la fuerza necesaria para aceptar y, además, afrontar su propia situación.
Goya a la Mejor Película y al Mejor Director Novel, como en la última edición con 'Tarde para la ira', producida por Beatriz Bodegas y dirigida por Raúl Arévalo. 'El bola' es el reflejo de este nuevo pesimismo que nos invadió con el cambio de siglo. ¿Qué pasó? Aún no habían pasado las terribles cosas que nos tenía preparado el futuro, lamentablemente. Como si una energía tóxica se cerniera sobre nosotros, hay una verdadera corriente de cine pesimista ¿producto del 'Efecto 2000'. No deja de ser cine infantil muy relacionado temáticamente con otros clásicos como 'La guerra de papá' de Antonio Mercero o las películas quinquis de principios de los 80. Pero aquí hay algo más. Como en 'Barrio' de Fernando León de Aranoa, 'El bola' esconde al principio y muestra al final un poderoso deseo de que todo cambie... para que nada siga igual.
'La comunidad' (Álex de la Iglesia, 2000)
Julia (Carmen Maura), una mujer madura que trabaja en una agencia inmobiliaria, encuentra 300 millones escondidos en un piso. A continuación se traslada al apartamento de arriba y esconde el dinero, pero tiene que enfrentarse a la desquiciada comunidad de vecinos, encabezada por un administrador sin escrúpulos (Emilio Gutiérrez Caba), que hará todo lo posible para retenerla y quedarse con la fortuna.
Madrid ya es gris del todo de nuevo para Álex. España vuelve a ser muy muy muy pícara para Álex como en la gran tradición de las comedias costumbristas "de timos" de los 60 con Tony Leblanc, Alfredo Landa, José Luis López Vázquez, Conchita Velasco o Gracita Morales. Parece que Álex nos quiere decir que no podemos huir de lo que somos: unos auténticos chorizos, simpáticos, pero chorizos. 'La comunidad' cierra la tardía muestra del "pelotaz" de los 80 y primeros 90 para prepararnos para la burbuja inmobiliaria y posterior crisis económica que se avecina, la que se avecina.
'Los lunes al sol' (Fernando León de Aranoa, 2002)
En una ciudad costera del norte de España, a la que el desarrollo industrial ha hecho crecer desaforadamente, un grupo de hombres recorren cada día sus empinadas calles, buscando salidas de emergencia. Son funambulistas de fin de mes, sin red y sin público, sin aplausos al final; viven en la cuerda floja del trabajo precario y sobreviven gracias a sus pequeñas alegrías y rutinas.
El paro. No hay más. Concha de Oro a la Mejor Película en el Festival de Cine de San Sebastián. El gran drama. Sin que suene a mitin, pero sin trabajo no hay nada. El trabajo precario es la ruina física y mental. Una de las películas más pesimistas que se han rodado en España, producto de una triste época en la que... ¿qué pasaba, por qué no se acababa de despegar? En 'Los lunes al sol' Fernando retrata un estado de ánimo sin salida, un "parece mentira que estemos en 2002 y estemos como estamos". Nos viene a advertir que la década de los 2000 va a suponer un enorme frenazo, y el cine español, con esta maravillosa película como referente, lo supo retratar muy bien. Javier Bardem, como siempre, está espléndido.
'Celda 211' (Daniel Monzón, 2009)
El día en que Juan (Alberto Ammann) empieza a trabajar en su nuevo destino como funcionario de prisiones, se ve atrapado en un motín carcelario. Decide entonces hacerse pasar por un preso más para salvar su vida y para poner fin a la revuelta, encabezada por el temible Malamadre (Luis Tosar). Lo que ignora es que el destino le ha preparado una encerrona.
El cine penitenciario es un género donde los directores pueden ofrecer sus mejores versiones. Puedes hacer un thriller como 'Fuga de Alcatraz' o una película sobre la esperanza como 'Cadena perpetua' o todo un alegato contra la pena capital como 'Pena de muerte'. "España es un país de malos hermanos" decía con amargura la espléndida voz de José Sacristán en 'Toro', la magnífica segunda película de Kike Maíllo. Los microuniversos carcelarios en las buenas películas del género, y estamos quizá ante la mejor película del género en nuestro país, suponen un reflejo de la sociedad. Una cárcel es por dentro como el país en el que se encuentra es por fuera. Si el país s corrupto, la cárcel es corrupta. Una cárcel refleja y engorda los malos vicios de cuanto sucede fuera de sus cuatro paredes. Dentro del thriller, el misterio y la acción, Monzón abandonaba sus anteriores películas más 'ligeras' para contarnos que "dentro" es como un gran reflejo de lo que pasa fuera a lo "Gran hermano", donde toso se magnifica. La España más desasosegante de finales de década.
LOS 2010: EL ABANDONO DE LA CRISIS Y LAS GANAS DE VIVIR
'La isla mínima' (Alberto Rodríguez, 2014)



España, a comienzos de los años 80. Dos policías, ideológicamente opuestos, son enviados desde Madrid a un remoto pueblo del sur, situado en las marismas del Guadalquivir, para investigar la desaparición de dos chicas adolescentes. En una comunidad anclada en el pasado, tendrán que enfrentarse no sólo a un cruel asesino, sino también a sus propios fantasmas.
Alberto Rodríguez es quizá uno de los directores más sobresalientes de esta última década en nuestro cine. Entrega peliculón tras peliculón. Y quizá ésta sea la mejor. Sucede un poco como en 'Los santos inocentes'. Es de nuevo un "¿crees que estamos mal? ¡mira tan sólo hace 20 años cómo estábamos!". Y funciona, siempre funciona. No hay nada para quitarse el pesimismo, y esta década en el cine ya no lo es tanto, gracias a Dios, como mirar un poquito atrás con objetividad. Es difícil siempre analizar con perspectiva lo reciente en todas las artes, tiene que pasar un poco el tiempo para que apreciemos su verdadera medida, su impacto real. Pero, aunque sólo han pasado 3 años, 'La isla mínima' queda como un magnífico ejemplo de cine criminal, de thriller de "¿quién ha sido?" que además es una enorme crítica social, una foto Polaroid del cajón del salón donde papá guarda las cosas para enseñarnos que las dos Españas, las dos formas de trabajar, estaban condenadas a entenderse, en las personalidades de los personajes interpretados por Javier Gutiérrez y Raúl Arévalo, antagónicos a más no poder, pero complementarios como Don Quijote y Sancho Panza. Las dos Españas, las de siempre, de las que siempre hablamos y siempre hablaremos. Un maravilloso ejemplo de nuestro cine, una verdadera obra maestra, que en tiempos de colvulsión política, como lo acontecido en los últimos meses, es más necesario que nunca. La película de la década

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